Es cierto que en determinadas épocas del año bebemos alguna copa de alcohol. Realmente es irramediable que todos por unas circunstancias u otras tomemos alguna copita, ya sea cuando salimos a tomar unas cervezas con los amigos o para acompañar la comida todo ello sin mencionar los gintonics del fin de semana…
Aunque no queramos, el alcohol está presente en muchos eventos y situaciones, pero ¿y si a eso le sumamos que estemos tomando algún medicamento?
¿Es cierto el tópico de que por una copa no hay riesgo, o realmente no deberíamos mezclarlo en ningún caso?
¿Quieres saber si puedes beber algo de alcohol cuando estás tomando también medicamentos? Sigue leyendo entonces….
¿Cómo interaccionan el alcohol y los medicamentos?
Está demostrado que el alcohol es una sustancia que tiene un claro efecto sobre el sistema nervioso central. Tras los clásicos síntomas de euforia y desinhibición pasamos, tras un consumo importante, a un enlentecimiento y ralentización de las reacciones del sistema nervioso central caracterizados por los típicos vaivenes y pérdida de equilibrio del individuo ebrio. Es decir, tiene efecto sedante y depresor muy peligroso.
El órgano que más sufre el consumo de alcohol es el hígado, porque es el que en mayor medida se encarga de metabolizarlo dándose la coincidencia de que es a la vez el órgano que también se encarga de metabolizar muchos medicamentos. De ahí el problema…
Así que cuando se mezclan, nos encontramos ante un cóctel explosivo que va a tener sus consecuencias negativas siempre, aunque prácticamente no nos demos cuenta.
¿Y qué es lo que sucede?
Lo que suele ocurrir es que el alcohol potencia el efecto de los fármacos. Sin embargo, en muchas ocasiones sucede lo contrario, es el medicamento el que potencia los efectos del alcohol, es el llamado efecto “antabus”.
ALCOHOL, ASPIRINAS, IBUPROFENO Y PARACETAMOL
Seguro que en más de una ocasión te habrá pasado que tras beber una copa de vino u otra bebida alcohólica hayas notado alguna molestia en el estómago. La respuesta es que el alcohol daña la mucosa gástrica.
La Apirina®, el Ibuprofeno o el Diclofenaco son ejemplos de fármacos que también generan en cierta manera lesiones en la mucosa del estómago tomados durante un periodo de tiempo más o menos largo. Si tanto estos fármacos como el alcohol producen daño a la mucosa digestiva, nuestro consejo es no tomar nunca los dos juntos, ante el riesgo de úlceras y demás complicaciones.
¿Y qué pasa con el paracetamol?
Al mezclar Paracetamol con alcohol lo que ocurre es que el alcohol aumenta el efecto tóxico que el fármaco tienen en el hígado y en los riñones. Si consideramos que tanto el consumo excesivo de alcohol como el uso regular de paracetamol pueden promover la toxicidad y/o daño a los riñones, no es de sorprender que combinarlos pueda aumentar tales riesgos.Aunque eso podría no parecer mucho como para preocuparse, los investigadores encontraron que la combinación del alcohol y el paracetamol aumento el riesgo de daño renal en un 123 por ciento.
ALCOHOL, ANTIDEPRESIVOS Y SOMNÍFEROS
A todo el mundo le suena eso de no mezclar antidepresivos, tranquilizantes, somníferos o analgésicos opioides con el alcohol.
Como ya decíamos anteriormente, el alcohol tiene ya de por sí un efecto sedante, por lo que añadido a estos fármacos lo que se consigue es que se potencie áun más este efecto de sedación sobre el sistema nervioso central, lo cual genera la consiguiente disminución de los reflejos, la coordinación, somnolencia, falta de concentración, disminución de habilidades para determinadas tareas y ya en un extremo, incluso a la pérdida de consciencia.
ALCOHOL, ANTIEPILÉPTICOS Y ANTICOAGULANTES
En el caso de los medicamentos para controlar la epilepsia o de fármacos anticoagulantes como el Sintrom® es importante que la concentración en sangre de éstos se mantenga estable, el alcohol puede ser un problema ya que puede provocar variaciones en estas concentraciones. Consumir alcohol puede acelerar el metabolismo del antiepiléptico, disminuyendo su eficacia al no haber fármaco en el organismo y ocasionando un mal control de la enfermedad, es decir, que el paciente realmente es como si no se estuviera tomando su medicación o lo hiciese a menor dosis de la necesaria. Además, no hay que olvidar que, por sí mismo, la ingesta aguda de alcohol puede precipitar una crisis convulsiva en cualquier persona, (y con mayor riesgo en epilépticos, sobre todo si incumplen su tratamiento).
En el caso del anticoagulante acenocumarol [Sintrom] o de warfarina, [Aldocumar] sucede todo lo contrario, el alcohol lo que produce es la disminución del metabolismo de estos fármacos, es decir, no se elimina del organismo y se genera por tanto un efecto mayor dando lugar a hemorragias y otras complicaciones que deben ser consultadas rápidamente al centro de salud u hospital correspondiente.
ALCOHOL Y MEDICAMENTOS PARA LA DIABETES Y LA HIPERTENSIÓN
Partiendo ya del hecho que si padeces diabetes o hipertensión habría que olvidarse del alcohol, si aún así decides tomar alguna copa (si la ocasión lo requiere ), lo que provoca el alcohol es una alteración de las concentraciones en el organismo de estos medicamentos descompensándose el efecto de éstos fármacos por lo que en el caso de la diabetes se produciría una disminución del azúcar y en el de la hipertensión se produciría un aumento considerable de tensión arterial.
ALCOHOL Y ANTIHISTAMÍNICOS
Recuerda que los antihistamínicos no sólo se utilizan para tratar los síntomas de la alergia sino que también están presentes en los medicamentos para tratamiento del resfriado como Frenadol® ,Bisolgrip® o Termalgín Gripe®, entre muchos otros.
Los antihistamínicos ya de por sí pueden provocar somnolencia y sedación por lo que si a este efecto se le suma el producido por el alcohol el resultado será por tanto más somnolencia y sedación.
ALCOHOL Y ANTIBIÓTICOS
En el caso de los antibióticos no podemos generalizar el efectos del alcohol sobre ellos, pués afecta más a unos fármacos que a otros pero en general la recomendación va a ser siempre evitar su consumo mientras se siga un tratamiento de este tipo. Los antibióticos descompensan la flora digestiva al igual que el alcohol, por lo que la suma de ambos efectos da lugar a un cóctel de diarrea y malestar estomacal no recomendable para nadie.
El alcohol aumenta el metabolismo hepático de estos fármacos por lo que se disminuye su concentración en el organismo, así que su presencia en el lugar donde debe de hacer efecto es menor y también lo es su eficacia. Esta falta o disminución de efecto se puede dar en macrólidos, (eritromicina y azitromicina…) y quinolonas, (ciprofloxacino, norfloxacino…), que se usan para tratar infecciones de garganta, urinarias o respiratorias.
Por otro lado, especial cuidado hay que tener cuando se toman antibióticos como el metronidazol o las cefalosporinas (cefuroxima, cefalexima..) , nitroimidazoles (metronidazol), y antimicóticos como la griseofulvina o también el ketoconazol
En este caso se desencadenan un conjunto de síntomas como malestar general, mareos y vértigos, rubor facial, ojos rojos, palpitaciones, bajada de tensión, náuseas y vómitos. También pueden aparecer sudoración, visión borrosa y disminución del nivel de conciencia ( una somnolencia bastante profunda, “atontamiento”, etc).
CONCLUSIÓN: ¿NOS ARRIESGAMOS A TOMAR UNA COPA CUANDO ESTAMOS MEDICADOS?
Podríamos decirte que, a excepción de los fármacos que provocan efecto antabús y los antidepresivos y sedantes, no existe un riesgo elevado siempre que la cantidad que se tome sea pequeña (no pasemos de una copa). Incuso podríamos decirte también que puedes salir de fiesta y tomarte una copa sin miedo, o no tomártela, y así ahorrarte la preocupación por si pasa algo.
Por eso nuestra conclusión siempre es que beber mientras tomas medicamentos no es una buena idea, así que si estás tomando medicamentos mejor que dejes el alcohol para otra ocasión, siempre hay tiempo
Por último, solo decirte que ante cualquier duda sobre la compatibilidad de tomar alcohol con tu medicación, nos tienes en la farmacia para consultarnos, estaremos encantados de responderte.